Pezzella en diagnóstico y Gallardo en dilema…

La situación de Germán Pezzella se volvió más dramática que un drama venezuelano de 200 capítulos. Tras el partido contra Independiente, Pezzella terminó en el banco llorando como si hubiera visto a su equipo bajar a la B y Gallardo confiaba menos en el diagnóstico médico que en sus jugadores pateando penales. “Suponemos que es de gravedad”, comentó el Muñeco, mientras Pezzella se dirigía al Centro Rossi con una resonancia magnética bajo el brazo para descubrir que su rodilla estaba más torcida que un chiste malo del tío borracho en Navidad.

Mientras tanto, Marcelo Gallardo tenía una misión más difícil que armar un rompecabezas en la oscuridad. Encontrar un reemplazo para Pezzella era un desafío tan complicado como hacer que Messi pase desapercibido en un aeropuerto. El equipo continuó entrenando en el Camp y el entrenador revisaba su libreta como si buscara el número de teléfono de un superhéroe que jugara de defensor. Por ahora, el futuro de Pezzella y del equipo se mantiene en el aire, esperando el diagnóstico que revele si se trata de un esguince o si al jugador lo perseguirá la mala suerte un rato más.