El entrenador suspende conferencia y su equipo no mejora…
Marcelo Gallardo decidió evitar los micrófonos como un gato evita mojarse cuando ve una piscina. Quizás pensó que repetir sus diagnósticos post Unión sería un autoplagio más innecesario que intentar copiarse en un examen de educación física. Su River se quedó en esos “cinco puntos” generosamente redondeados hacia arriba que mencionó tras el triunfo por penales en la Copa Argentina, cuando Franco Armani evitó una eliminación más esperada que una reunión familiar con karaoke.
Si Gallardo hablaba, habría dicho lo mismo que un loro bien entrenado: comentarios sobre Quintero, Portillo y todo el equipo que no cambia de nivel en cuestión de tres días. San Martín no tembló ante un River que, como un elefante torpe en una tienda de porcelana, mostró grietas defensivas preocupantes ante un modesto rival. Maxi Salas se destacó al colarse como el Messi que Gallardo soñó ver en sus sueños más locos, mientras algunos refuerzos apuntaron menos que el GPS de un auto viejo en la montaña. Y así, el equipo en cancha sigue sin decir mucho. Gallardo, afuera, tampoco.