El arte del camuflaje futbolístico por Borja…
La historia empieza, amigos, como si de una película de comedia se tratara: imaginen a Borja, quien llegó a River con más promesas que el mejor vendedor de autos usados, ¡de pronto convertido en un experto en trazar la línea de cal del banco de suplentes! Sí, mientras River se preparaba para hacer magia en Lima, nuestro querido Colibrí estuvo más estático que un poste de luz jugando a las escondidas. ¿Creen que da vueltas? Buscó el gol, pero le dijeron que Lima tenía el turismo más pintoresco, así que se dedicó a explorar los horizontes desde su cómodo asiento.
En el otro rincón del ring, teníamos al Muñeco Gallardo, usando su varita de entrenador, decidió que el equipo necesitaba un poco de la chispa mágica que Driussi y Colidio pueden aportar. Borja observaba mientras rodaba una lágrima solitaria por su mejilla, extrañando el contacto con el balón como si fuera un romántico tango en la melancolía de un atardecer porteño. Es que, aunque Sebastián Driussi volviera más crujiente que una medialuna de hojaldre recién salida del horno debido a su desgarro, ¡surfeó la cancha como un campeón!
Mientras tanto, Borja colecciona más preguntas que goles en este 2025. Vaya imagen ver al goleador histórico de la Copa cayendo en el oscuro abismo de un parche goleador. Dos goles en 12 partidos son como dos empanadas en un buffet libre: ¡totalmente insuficiente! Se va de partido en partido, tratando de encontrar el arco como un aventurero perdido en una jungla de cemento. ¡A ver si pronto nos vuelve a deleitar con el baile del gol, porque el Colibrí necesita volar alto de nuevo!