Cuando el gol se esconde detrás de una nube…

River Plate, queridos y queridas, está viviendo una alergia al gol que ni el más experto en histaminas podría curar. Imaginen un partido de golf, ¡pero sin pelotitas! Así se siente. El club de la Banda Roja se enfrenta a una sequía goleadora que ni el Sahara en su máxima expresión. Este lunes se toparon con Talleres, y adivinen: menos goles que un partido de ajedrez en cámara lenta.

Quizás, en una galaxia lejana, hace mucho tiempo, River invirtió 53 millones de dólares, y ¿qué obtuvo a cambio? ¡Un increíble cero! Sí, ese mismo cero que aparece cuando intentás dividir tus ahorros personales por los sueños de jugar en primera. Frente a 85 mil almas en el Monumental, más personas que usuarios en una parrilla un domingo, el resultado sigue intacto: un cero monumental, como el estadio mismo.

El entrenador Guiñazú, un mago interino de la dirección técnica, casi se lleva los tres puntos del Monumental como si estuviera capturando Pokémon. Talleres, un equipo que sacó victorias como quien tiene suerte en la tómbola, se encontró a sólo centímetros del gol pero se fue con un amague tan grande que hasta el viento se sintió estafado. ¡Qué partido, señoras y señores, digno de escribir una balada!