Guido Villar y sus aventuras a 2.850 metros…

Imaginemos que River se prepara para un tal salto olímpico de altura que lo pondría celoso al mismísimo Superman. Marcelo Gallardo y el equipo deciden jugar a los exploradores y planifican su escalada a Quito desde las tierras bajas de Guayaquil, con más logística que un transbordador espacial. Mientras tanto, Guido Villar, el arquero de Independiente del Valle, toma un mate entre práctica y práctica y lanza un desafío al mismísimo Dibu Martínez: ¡quiere su camiseta mundialista! Amarilla como sol de mediodía.

Desde su trinchera a 2.850 metros, Villar se siente como un sherpa del fútbol, alerta a cada paso de River al subir la montaña. Es que jugar en Quito es como una mezcla entre atacarse de risa y quedarse sin aliento viendo un partido de fútbol en slow motion mientras abrazás una llama. Villar dice que en los penales, no hay truco ni magia, sino un sistema consultivo donde hasta el aguatero del equipo podría votar. Quiere enfrentarse a los mejores, pero ojo, que si no corremos, ¡mejor que sea en la altura!

Por último, en esa lucha por el oxígeno y el orgullo, Villar se ríe y aclara: “Mándenme la camiseta del Dibu. Si esa camiseta ganó un Mundial, la mía al menos podría ganar un rafting por el Río Quito, ¿no?” El arquero convierte la dura batalla contra la altura en un evento casi cómico, como jugar una final de fútbol en la luna. Y ahí sigue, planificando tácticas entre quipus y penales, como un fútbol chantacaraka que daría envidia al propio Nostradamus.