Recorriendo el estadio con antenas y snorkel…
¡Abran cancha, que llegó el tren de la risa a la estación Monumental! Al estilo del mismísimo Willy Wonka, River Plate abrió las puertas de su fábrica de sueños en cemento y césped, donde cada rincón está diseñado para dejarte con la boca abierta y el corazón en modo “festejo de gol”. Con más butacas que una fábrica de sofá en Black Friday y un palco sensorial que te hace sentir en una película de ciencia ficción, este coloso es más fantástico que una cancha creada por un artista de Pixar.
Olé se coló entre las tribunas y se paseó con chaleco amarillo por lugares que ni el más fanático conocía. El vestuario, digno de un spa sueco para astronautas, está más equipado que la NASA. Hidromasajes que parecen cataratas del Iguazú en Marsella y un banco de suplentes que podría funcionar como cama de hospital en Grey’s Anatomy; es el lugar donde los jugadores descansan, dignos reyes de la pelota, antes de saltar al campo de juego.
Y ese campo, mamá mía, parece una alfombra sin fin de seda natural sobre la que bailan hadas del fútbol. Ahí mismo, un anillo LED hace la competencia a cualquier nave espacial, parpadeando como luces navideñas dispuestas a alegrar el alma. A este paso, el Monumental será declarado Patrimonio de la Humanidad… ¡Y del universo futbolero! Paseá, admirate, reíte y soñá, porque esta no es una visita: ¡es una aventura estelar en suelo millonario!