Gallardo, turismo y estrategia en Guayaquil…
Ahí va River Plate, señoras y señores, emprendiendo su viaje hacia Ecuador como si fueran a participar en un reality show de supervivencia. Con una goleada en el bolsillo más pesada que una billetera de día de cobro, el equipo de Marcelo Gallardo se embarca en este éxodo futbolístico con más ganas que un chico de comerse un postre sin que su mamá lo vea.
Como si fuera una caravana del Circo Mundial, los 23 elegidos de Gallardo despegaron de Ezeiza, con tarotistas incluidos que anticipan el futuro mágico de River entre selfies y autógrafos. Mientras tanto, Guayaquil los recibe como si fueran estrellas de cine, preparándose para la noche previa al duelo contra Independiente del Valle en la intimidante altura de Quito, que bien podría considerarse el Monte Everest del fútbol.
El plan es tan afinado que hace parecer a los Ocean’s Eleven unos aficionados: todo para evitar que esos 2.850 metros les hagan la vida imposible. Este viaje relámpago convierte a Gallardo en el equivalente a Indiana Jones buscando el cáliz sagrado del fútbol sudamericano. Y ojalá que tras el partido, River termine ganando más que la lotería de fin de año, porque el superclásico contra Boca ya asoma para el fin de semana, y los entrenamientos parecerán un speedrun de videojuego.