El Líder y el Terrenal en una danza cósmica…

En el duelo entre Boca y River, ambos equipos se presentaron como dos elefantes tratando de encajar en una bañera. River, con el ímpetu de un niño que encuentra una caja de caramelos, celebró su coraje de buscar el partido, mientras que Boca, como un león que se creyó dirección perro, se quedó en su jaula acariciando lo que dejó de hacer. Más que números en la tabla, lo que importó fue el espíritu, ese que se eleva como torta en cumpleaños.

En ese escenario, River mostró los dientes como vampiro en pleno Halloween, logrando encontrar en Mastantuono a su nuevo Superman, listo para despegar con tiro libre letal. Boca, en cambio, decidió jugar al escondite en su propia área, metiendo la línea de 5 tan atrás que Gago pedía un telescopio para seguir el balón. Un planteo tan innecesario como un paraguas en el desierto, ayudó a River, que se fue a Quito y volvió para encontrarse con un primer tiempo digno de película de acción.

Y así, River mete primera para el futuro, mirando la Libertadores y el torneo con los ojos de un lince en la oscuridad. Boca, en cambio, decidió comprarse un boleto al barrio Susto, retrocediendo en la escalera futbolística y cayendo con un golpe que se escucha en la galaxia. Entre goles de Driussi, Merentiel y el ya mencionado Mastantuono, el show fue de alto vuelo, aunque Boca todavía se pregunta dónde dejó el mapa del tesoro perdido.