El superclásico es resistible sólo para valientes…

River Plate, con más chispa que un asado sin sal, se anotó otro triunfo en el álbum de los superclásicos, pero esta vez lograron algo mejor: cocinar un asado tan picante que hasta Romero Riquresano tuvo que soplar y apagar un fuego llamado Fernando Gago. El técnico del Xeneize se despidió más rápido que una bola de billar en un torneo de suegras.

Mientras Franco ‘El Uno en un Millón’ Mastantuono sacaba chispa al Monumental con su golazo estilo ‘submarino amarillo’, Riquelme estiraba la lista de técnicos caídos tras un encuentro con la banda enfurecida de River. La historia del tablón cuenta capítulos de renuncias rápidas, como las de Barros Schelotto, Basile y Borghi, quienes al parecer tomaron consejitos de cómo salir por patas de una cancha repleta de millonarios.

Si hasta Menotti, que tenía el peinado más firme que nunca, vio su tiempo invertido en revivir legendarios superclásicos. River se convirtió en la mejor máquina de quitar entrenadores desde la invención del destapador de botellas. La fórmula es simple: gol en el arco y despedida en la salida, todo aliñado con un canto monumental en estéreo y un eco de risas bostezantes. ¡Salud, Millo, y que nunca falte la llama… literal y figurativa!