Un viaje delirante hacia los mata-mata comienza…
Después de un baile épico digno de misioneros del baile en una comparsa de carnaval, River le dio a Boca una samba que dejó rastros de conga en todo Núñez. Entre tacos, rebotes y sonrisas de oreja a oreja, el paseíto con Vélez parece una siesta antes del verdadero festín: ¡octavos de final, allá vamos! Y mientras tanto, al fondo, San Lorenzo se enredaba en lianas con Sarmiento, como si jugaran al twister en la jungla, rascándose la cabeza y pensando cómo salir del enredo.
La noticia que resuena en el aire es que Independiente tropezó con más gracia que un hipopótamo en patines frente a Rosario Central, abriendo la invitación para River a colarse al segundo escalón del podio y cambiar el billete a octavos por un rumor de tango y mate largo. En el teatrillo que es la tabla, River debe saltar el charco de los números para evitar, por ahora, a su máximo rival hasta las semifinales, ¡o hasta la gran final en la Bombonera, che!
Claro que si River sale segundo del vodevil de goles, podrá darles los buenos días a los cuartos de final desde la comodidad del Monumental, asegurándose que cuando lleguen las emociones similar al circo, lo hagan con el telón de fondo que Gallardo adora. ¡A ver si en la próxima función también hay un Boca-River despampanante, lleno de cumbia y goles! Porque en este torneo de locura, sueño y guirnaldas, todo es posible.