Cuando un Gallardo hace magia en el handball…

Eduardo Gallardo, un apellido que pesa más que una bola de plomo en el handball, comandó a River hacia la gloria en el primer Superclásico histórico. Imaginate al buen Eduardo con una varita mágica, haciendo trucos a lo Harry Potter, mientras su equipo daba vuelta el marcador para vencer 27 a 24 en el Parque Olímpico. Recordemos que es del mismo clan que Napoleón Gallardo, como si los Gallardo fueran una dinastía de estrategas listos para conquistar la galaxia. “Estando un Gallardo en el banco es más difícil que Boca gane, soy como el cupón de la suerte de River”, exclamó el estratega mágico y divertido a Olé, mientras brindaba con mate celestial.

El partido fue como una montaña rusa a toda velocidad y hasta tuvo aficionados entonando cantos de ultratumba que ni los fantasmas del Monumental se animarían a igualar. Boca parecía tenerlo todo atado con dos goles de ventaja, pero ¡pum! River desplegó su poderío cual superpoder recién despertado. La batalla se tornó casi épica, con Gallardo proclamando su club como el más ganador de la galaxia del handball. ¡Ya no es River Plate, es la Liga de la Justicia de Núñez!

El desenlace fue tan épico que ni las mejores novelas de aventuras podrían superarlo: Bautista Gallardo, quizás amanecido después de rituales secretos en alguna cueva handbolística, firmó el último gol digno de un ¡Olé! infinito. En la gloriosa “Casa del Handball”, el cielo se pintó de rojo y blanco. Esto no fue un partido, fue prácticamente una odisea con final de Hollywood donde el apellido Gallardo no solo mola, ¡es casi un amuleto de campeón en los deportes inmortales!