Lanzini encontró su varita mágica…

¡Atención, señoras y señores del balompié! El Monumental vivió un terremoto nivel Shaolin con el gol de Lanzini. Este maestro del balón, que llevaba más tiempo sin meter un gol que una tortuga en una pista de Fórmula 1, desató un misil teledirigido que aterrizó directamente en el arco del Independiente del Valle. ¡Un bombazo con GPS! Parece que su grito de gol se escuchó hasta en las últimas butacas del estadio, y dicen los abuelitos porteros que asustó hasta a los murciélagos de Núñez.

Nuestros corresponsales en el área informan que luego de anotar, Lanzini adoptó una metamorfosis que ni Kafka se imaginaría: se convirtió en un torpedo humano, directo hacia los brazos de Gallardo, su sensei del fútbol. ¡Lo abrazó como si hubiera encontrado el último alfajor en el desierto! Enzo Pérez, cual director de orquesta, ya había empezado el carnaval, pero Manu, no contento con su papel secundario, decidió llevarse el Oscar al festejo del año.

Dicen los expertos que este gol es más deseado que un barómetro en el desierto del Sahara por Gallardo. Con este estallido de talento encapsulado, Lanzini espera revertir su suerte y que no necesite una brújula para encontrar su lugar en el equipo. Si continúa con paso firme esta saga digna de una novela de ciencia ficción, ¡ni Franco Mastantuono o Nacho Fernández podrán eclipsar su constelación de goles!