Juveniles millonarios con esa cláusula de película…

El laboratorio millonario está en modo alquimia pura: tomaron dos juveniles más valiosos que el oro del Dorado y los envolvieron en un papelito que dice: ’30 millones de euros, gracias’. Así es, entre caños y tacos, los genios de Núñez le ponen su firma de arte renacentista a dos joyitas: Giorgio ‘el mago brasileño’ Costantini y Lisandro ‘patrullero del lateral’ Bajú.

Giorgio viene haciendo piruetas desde el país de la samba y los goles de bicicletas, donde se escapó del Athlético Paranaense como Houdini para recalar en River. Llegó con cuatro minutos de fama en el bolsillo, sí, porque a Gallardo le gusta como dribla y se desliza en el campo como un truquito de videojuego. Tan argento se siente que hasta el picante de la empanada ya lo acepta sin parpadear, aunque se firme como ‘extranjero’ porque todavía no está en el bronce de Inferiores.

Lisandro, desde el Santa Fe profundo, derrapó en Buenos Aires como fenómeno meteórico y entre las masas de asado ya dejó de ser zurdo, para ser zurdo-van-robot. Sus padres dejaron todo, hasta el último mate en el patio, y se mudaron al lujoso mundo de los cortes de jamón crudo y el Monumental en miniatura. Todo por ver a su retoño jugar al fútbol y pasearse por el campo como una aspiradora de rivales. River ya tiene su Sasalandia del futuro.