Confesiones de un hincha solitario…

¡¿Quién hubiese dicho que el Mundial de Clubes nos iba a regalar este enredo más complicado que una sopa de letras humeante?! Sergio Escudero, ese loco apasionado del fútbol que decidió ser hincha de River, Chacarita, y de paso del Urawa Red, debe ser la única persona que puede ver un penal y pensar “¡ese arquero es mi héroe!” mientras disfruta de una hamburguesa australiana. Nuestro amigo Sergio, con una carrera sorprendentemente versátil, ahora apoya con todo a su ex equipo japonés, tanto que si fueran más rápidos, él jura que dejarían a Usain Bolt rogando por clases particulares.

Cuando el destino cruzó a River con el Urawa, Sergio se sintió como en una final de Mortal Kombat, ¡con todos sus personajes favoritos en el mismo campo! Por ahora, Escudero se siente un poco como un espía doble, viendo los partidos de ambos equipos como si fueran episodios de su serie favorita. Los jugadores del Urawa corren tanto que bien podrían ser confundidos con canguros en un maratón, y él les sigue el paso en diferido desde Australia, libreta en mano y sonrisa en rostro. Mientras tanto, River prepara sus tácticas con la precisión de un relojero suizo, listo para enfrentar las veloces transiciones.

Por otro lado, los hinchas del Urawa, que parecen salir de alguna película épica, ¡acaparan estadios como si estuvieran en liquidación! Sergio reconoce las melodías familiares, recicladas desde Argentina, coreando “¡Arriba, arriba, Sergio!” como si fuera el estribillo salvador de un concierto. Con raíces tanto en la Argentina como en Japón, este artista del balón ha vivido transformaciones de película, aprendiendo desde el japonés hasta el arte de pedir disculpas por cualquier cosa, incluso cuando alguien le tropieza. Sergio y su primo Damián no solo comparten sangre, sino la esperanza de seguir creando conexiones futbolísticas entre continentes. Después de todo, en el universo del fútbol, las piruetas de lo inesperado son más sabrosas que un asado al sol argentino.