¡Un adolescente valiente entre gigantes!…
Imaginate cargar con una mochila que, en lugar de libros de matemática, tiene billetes de 500 euros, cláusulas millonarias y la expectación de dos continentes. Franco Mastantuono, nuestro diminuto Atlas, está por debutar en el Mundial de Clubes con River, y su presencia vale más que un elefante de oro en un bazar. La venta al Real Madrid, esa bóveda de fortuna, hace que el pibe tenga los ojos del universo futbolero, incluidos fanáticos riverplatenses agazapados con lupas, listos para escudriñar hasta el último de sus pestañeos.
Como si fuera un Truman Show futbolero, cada toque de Mastantuono será seguido con más atención que el último capítulo de la serie del momento. En Madrid, el equipo de ojipláticos fanáticos no pestañea, temiendo que al cambiarle la camiseta, Mastantuono resulte ser uno de esos héroes que solo pasan en Disney. Y es que invertir cantidades dignas de un tratamiento antiarrugas de Hollywood, alrededor de u$s 72.600.000, no se hace todos los días. Este chico tiene que ser la antítesis del desastre económico y el preludio del renacer deportivo para los galácticos.
Franco, en entusiasmadas charlas estilo “vamos, vos podés” con sus compañeros y mimos técnicos dignos del mejor Gallardo, se perfila como un cohete espacial en pleno despegue rumbo al estrellato. ¿Qué será lo próximo? ¿Lo verán con una capa de superhéroe paseando por la Gran Vía de Madrid? Mientras, en el Westin, donde probablemente la almohada sea más cara que nuestro auto, se asegura que el chico no se achica. River y el Real están por ver si este adolescente hace justicia al grito de “¡Seguís los pasos de Messi!”.