A Pratto lo colgaron pero sigue de pie…
Lucas Pratto, el delantero más terco que un burro en plena siesta, ha sido colgado en Olimpia como si fuera un adorno de Navidad olvidado en junio. Imaginen la sorpresa del Oso cuando lo mandaron a entrenarse solito, como si le hubieran encontrado aleteando en una jaula de hamsters en lugar de rugiendo en el campo. ¿Cuál fue el problema? Parece que el amor no era recíproco y cuando su técnico, Martín Palermo, partió de la escena, Pratto se encontró más perdido que un GPS en el medio del desierto.
El bueno de Pratto, legendario campeón de América con River, tiene 37 años y más espíritu juvenil que un saquito de té en agua hirviendo. A pesar de que Olimpia decidió que era hora de rejuvenecer la delantera, prometiendo ‘nuevas adquisiciones’, el club se olvidó de mencionar que eso significaba invitar al Oso a la fiesta y luego pedirle que trajera su propio banquete. Tal como un equilibrista caminando por un hilo, Pratto quiere seguir andando antes de que se le acabe la cuerda ¡y quién le puede decir que se baje del trapecio si él quiere andar un ratito más!
Mientras tanto, ofertas suenan de Argentina, Paraguay y hasta Chile como si fueran llamamientos de DJ en una fiesta de casamiento. Pratto, quien prefiere no hablar, sigue esperando que el siguiente paso sea hacia arriba y no al costado del sofá. Olimpia, que se ha olvidado de pagarle como quien olvida el vuelto en el kiosco, podría facilitarle la salida como el mago que deja ir a su conejo. El Oso sigue rugiendo suavecito, esperando que el próximo rugido se escuche fuerte en alguna cancha llena de ilusiones.