De Núñez a la Casa Blanca como en novela de telenovela…

Hace 13 días, en un giro digno de un episodio de telenovela que pondría celoso hasta al guionista más dramático, la noticia sonó como un trueno en el Monumental y en Madrid: ¡Franco Mastantuono se viste de merengue! Sí, nuestro héroe cambió el asado con fernet por las tapas y el Gazpacho, y en agosto se mudará a la Casa Blanca. Algo así como cambiar las bombachas por el ‘power ranger’ a baterías, ahora llevará la camiseta blanca del Real Madrid, reemplazando la banda roja de River que tantos electrocardiogramas ha acelerado.

Pero no todo fue tan fácil, queridos compañeros de milli-Vuvuzela: en Seattle, el adiós fue más amargo que mate sin azúcar. El joven Mastantuono, que ya costó más euros que la reencarnación de Messi y Guardiola juntos, no logró sacudir las redes como una good vieja cumbia villera. Ante un Urawa que lo marcó como si fuera un catálogo de ofertas de Black Friday y un Monterrey que le puso más alas que a un red bull, su despedida fue como ese chiste que nunca termina de explotar.

En un final de película, donde Mastantuono mordió más polvo que el vaquero en el viejo oeste, su gambeta perdió con el Toro Rodolfo de los Neroazzurros. Y ahora, tras mil vueltas y más kilómetros que un colectivo de línea, va a celebrar sus 18 años plenos descansando en España, ya que los madrileños piensan que al otro lado del charco, la juventud eterna espera. River se queda con el corazón roto, pero el horizonte del joven crack pinta merengue y esperanzador, cual final de Eurovisión con telenovela incluida.