Un viaje de Núñez a la estratosfera futbolística…
Con una sonrisa lo suficientemente grande como para sostener la torre Eiffel, Joaquín “El Cañón” Panichelli salió de River como quien se olvida de prender la hornalla. Sin mediar contrato, armó las valijas, metió un par de pepas de moño para el viaje, y aterrizó en España directo a probar suerte en la Segunda División. ¿Sus credenciales? Goleador y arquero improvisado: ¡un combo mixto con sorpresa!
Y así, entre tortilla de papas y golazos, este cordobés de metro ochenta y siete llevó al Mirandés a las puertas del Olimpo. Con 21 bochazos al fondo de la red y asistencias tan mágicas que hasta Houdini aplaudiría, nuestro héroe se convirtió en el Messi del cotillón de LaLiga 2. Ahora, como todo romance europeo, llegó el guiño francés del Racing de Estrasburgo, dispuesto a tirar 16 millones de euros como quien lanza pétalos de rosa al charco amoroso.
¿Pero qué dirán en River? Allá los socios ya hacen fila en Núñez con cuentas matemáticas en la cabeza: un 20% de los millones y otro puñado de porcentaje por derechos de formación, listos para refrescar al club con euros como quien abre una gaseosa después de 90 minutos en la cancha. Mientras tanto, como quien espera el final de la novela diaria, Panichelli ya planifica su próximo paso: seguir haciendo tantos goles que le pongan su propia estatua con una peluca al mejor estilo Marge Simpson.