El truco del delantero que dejó a River en pausa…

Gonzalo Tapia, ese delantero chileno que llegó a River esperanzado con brillar tanto como una pelota de ping pong en una cancha de fútbol americano, se fue sin goles ni asistencias pero llenito de aprendizajes. En su estreno con San Pablo, debutó en el clásico ante Corinthians. Tanta era la emoción que entró como si fuera a subir al colectivo, pisó 11 minutos y ¡pum! tuvo una chance clara, pero la mandó a la tribuna como quien lanza una botella al mar con un mensaje dentro.

“No estoy preocupado, aprendí mucho”, dijo Tapia, con la calma de quien dice que sus últimas seis meses fueron un retiro espiritual en Núñez. Allí no convirtió ni un gol, ni una asistencia, ni un truco de magia. Aprendió que debajo del Monumental corre un río subterráneo de sabiduría, y que entrenar con sus compañeros es mejor que un libro de autoayuda. ¡Inspiración arrolladora para su debut brasileño! Ahora en San Pablo, bajo las órdenes del argentino Hernán Crespo, intenta convertirse en el goleador que trae la paz a los hinchas.

Su aventura paulista parece sacada de una historieta. San Pablo se juega la vida en la liga y Tapia es como aquel héroe al que se le acaba la tinta del lapicero. Tienen 16 puntos y el tiempo les aprieta los cordones mientras bogan en el puesto 14. Difícil, pero no imposible, ya que el delantero tiene trabajo hasta junio de 2026, buscando enchufar ese gol que se desgañita entre los zapatos de sus botines con más suspense que las novelas de Agatha Christie.