El delantero camina al quirófano como un equilibrista…

¡Paren las rotativas, o al menos al hincha que sacó las papas del horno antes de tiempo! Nuestro querido Maxi Salas se presentó en la clínica como quien entra a un salón de baile, bamboleando entre compás y expectativa. El delantero de River Plate, que imaginamos con un sombrero de tango, se sometió a estudios médicos para saber si su rodilla está más torcida que partido de PlayStation o si sigue tan firme como una defensa cerrada en el FIFA.

Mientras tanto, el cronómetro vuela más rápido que ratón en despoblado, y el partido de octavos de la Libertadores está a la vuelta de la esquina, como un vecino chismoso. Las pruebas preliminares hablan de un esguince, pero el miedo real es que haya una lesión innombrable. ¿El resultado? Más esperado que lo nuevo del Chino Maidana; habrá que tener paciencia y aguantar como hincha cuando el árbitro agrega 5 más de descuento.

Marcelo Gallardo, el Napoleón del banco, cruzado de brazos y con ojos como platos, confía en que no será grave. Nuestra esperanza: que Salas haya consultado a un oráculo o por lo menos a un buen kinesiólogo. Y si no, que haya consultado a su suerte más que a su rodilla. ¿Estará listo para la revancha en el Monumental? ¡Solo el tiempo, o el fixture, lo dirá!