Tormentas, paraguas y mágicas alineaciones…
Buenos Aires estaba tan mojada que hasta los peces llevaban pilotos impermeables. Con la tormenta abrazando la capital como si fuese un oso cariñoso, el vuelo de River rumbo a Santiago del Estero fue pasto del diluvio como un caracol bajo la lluvia. El avión, que prometía despegar a eso de las 18:30, todavía estaba pensando si emprender el vuelo o pedir una góndola. Al final, los muchachos llegarán tarde, pero no tanto como para correr riesgos de que el partido se haya jugado ayer.
El Servicio Meteorológico le tiró una carta bomba a la logística del “Muñeco” Gallardo, y la fina orquesta de los dirigidos por River tuvo que improvisar un nuevo concierto bajo la lluvia. Después de danzar en el Camp entre zapatillas mojadas, el plantel se encaminó a viajar con la esperanza de que el clima no los pasara por encima como a una hormiguita en estampida. Pero no todo es malo: por una vez, Santiago del Estero tendrá una tormenta galáctica de fútbol.
Y para no perder la costumbre de recibir sorpresas, Gallardo abrió la cajita feliz de las convocatorias incluyendo a Giorgio Costantini, quien volvió más preparado que una paella dominguera. Entre lesiones, esguinces y un Bautista Dadín con sed de estreno, River se lanza al combate con un cóctel delicioso de juveniles lujuriosos. A pesar del pronóstico sombrío, en River el cielo siempre está despejado para fabricar goles.