La sequía se terminó, ¡llegaron los goles recargados!…
Había una vez un cero que se plantó en el arco de River como un cartel de “No pasarás”, y el pobre Muñeco Gallardo lo miraba como quien mira al vecino que estaciona mal el auto. Pero cuando todo era tinieblas y pelotas perdidas en el limbo, ¡zas! apareció el River goleador, como si una pócima mágica hubiera caído en la Bombonera de noche de luna llena. 11 goles en cuatro partidos, ni un hechicero de Hogwarts lo veía venir.
Resulta que los delanteros de River decidieron que ya era hora de imponerse ante la arquería, como fieras en la sabana. Driussi, Colidio y Borja se sacaron el chip del “quiero, pero no puedo” en su viejo estadio Riverlandia. Hasta Mastantuono, que parecía haber comprado una brújula rota para asistir a sus compañeros, se transformó en el Stephen Curry del área, repartiendo pases como si fueran caramelos en Halloween.
Lo que antes era una fábrica de goles vacíos ahora parece una panadería en hora pico: goles por aquí, tantos por allá. A Driussi le pusieron cuatro goles seguidos en la mochila, digno de un Papá Noel de pelota, mientras Colidio y Borja coreografían sus festejos como si fueran los Backstreet Boys de la red. ¿Y el resultado? Una ola goleadora que se llevó cualquier referencia a la mala racha, con anotaciones a gogo como si Gallardo tuviera un harén de goleadores a sus órdenes.