El romance inesperado de Vélez y Aliendro…
Cual novela romántica de entretiempo, Vélez anda con la mirada perdida en Rodrigo Aliendro, el mediocampista que en River parece haberse escondido más que la pelotita en el potrero. Como en una peli de amor imposible entre plateas y goles, Guillermo Barros Schelotto anda declarándole sus sentimientos en conferencias como si fuera el nuevo galán del barrio. “Me gusta Aliendro”, dijo con tono de película en blanco y negro, y por las dudas sacó la guitarra para dedicarle un vals. ¡Atención, River, que pueden robártelo con serenata!
Pero Aliendro no siempre fue el Romeo en la historia. Un buen día, su hombro izquierdo decidió irse de vacaciones sin permiso, dejándolo a él mirando el banco de suplentes como quien observa el micro que se perdió. Gallardo, el dueño de la llave del equipo, tuvo que dejarlo en pausa mientras otros mediocampistas salían al escenario. Pero ojo, acá nadie lo culpa: entre lesiones y decisiones, el pobre Aliendro vio más la tribuna que las redes. Quizás su destino era atrapar corazones en Vélez.
Con un contrato que se extiende más que el himno en la final, Aliendro igual podría estar pensando que un cambio de aire le vendría bien. Imaginen al melodramático protagonista queriendo ganarse un lugar en la cartelera de Vélez, como si fuera el héroe novelesco buscando justicia en el fútbol. Mientras tanto, el Fortín afila las copas con pasión, esperando que el cuento de hadas acabe con un “felices por siempre” en los carteles del Amalfitani. Lo cierto es que, por ahora, el número de camisetas que lleva Aliendro no supera al promedio de goles en los picados del barrio. ¡Pero ojo, un clic es un pase y el fútbol lo tiene en la mira!