El empate que valió como caramelos de oro…
En una epopeya futbolista digna de los dioses, el Barcelona de Guayaquil logró lo impensado: llevarse un punto del Monumental, un estadio tan silencioso como un desierto en hora pico. Segundo Castillo, el DT de Barcelona, celebraba el empate como si hubiera ganado el sorteo de la lotería interplanetaria. “Nos vamos contentos”, aclamaba mientras los rayos de sol iluminaban su rostro, como un héroe en plena misión espacial.
Pero eso no fue todo, mi amigo. Aquiles Álvarez, sí, un nombre digno de la mitología, quien actualmente ocupa el trono de la alcaldía de Guayaquil, no se quedó atrás. Abrazo el punto con la alegría de un pingüino que encuentra un iglú con calefacción. “Es un punto de oro”, declaraba, mientras la hinchada imaginaria lo aclamaba. Así, equivalía ese empate a encontrar agua en Marte, un éxito sideral contra el plantel de River, que parece más costoso que una cena gourmet en Júpiter.
Por otro lado, los medios ecuatorianos, en un desborde de emociones, destacaron la actuación del portero José Contreras. ¡MVP! Otra gran sigla para describirlo: Maestro de los Vaivenes del Penal. Mientras tanto, River intentaba convertir jugadas en goles como quien intenta hacer malabares con globos de agua en el desierto. Y así, queridos lectores, el partido terminó siendo una danza de oportunidades perdidas y epopeyas inesperadas en un escenario vacío, aplaudido solo por el eco del Monumental.