De Qatar al Monumental y vuelta en U…
Cuentan las malas lenguas que en una noche que rozaba lo paranormal en el Monumental, Adam Bareiro, el otrora delantero del Al-Rayyan, se aventuró solo contra el arco de Huracán. Todos los astros del fútbol se alinearon, incluso Diego armó un picado en el cielo para ver el golazo, pero voilà, ¡el palo tuvo otra opinión! Bareiro, con más mala suerte que un arquero con guantes agujereados, se quedó con las ganas de celebrar, mientras la pelota salió coqueteando la línea de meta como si fuera un baile de tango mal sincronizado.
Así, la noche del 14 de agosto se volvió el episodio más espectacular de su carrera en River. El salto cósmico del gol que no fue se sintió durante los escasos 567 minutos de Bareiro en el césped del Monumental. Y como si eso fuera poco, su regreso a Núñez no está pegado ni con cinta adhesiva porque Gallardo, en un giro inesperado de novela turca, sigue prefiriendo a delanteros con combustible turbo-integrado, dejando a Adam en la barrera de la frontera de los sueños perdidos.
Y ahora, entre una samba de garcharines y unos mates con Pedro Martins que le bajó el pulgar, Bareiro se ha convertido en el Indiana Jones del fútbol por cambiar todos los continentes con la elástica del Club Atlético River Plate y el mismísimo San Lorenzo. Con miras al futuro, el paraguayo reflexiona sobre esos días de gloria azulgranas y dice: “Seré un eterno agradecido, pero hoy, la cita con el gol está más lejos que un centro bien tirado desde la mitad de la cancha”.