Gallardo aplaude el esfuerzo, no los goles…

Si los goles fueran zucaritas, Borja tendría un desayuno bastante aburrido. Sin embargo, el colombiano se mandó un partido de esos que hacen que Gallardo levante las cejas como si acabara de ver un unicornio patear un penal. Laburó como un artesano, y aunque sus gritos de gol se tomaron unas vacaciones, su contribución fue con moño y todo: asistió a Galoppo en el 2-0. ¡Un trabajo en equipo que hizo llorar de emoción al mismísimo Gigante de Arroyito!

En la otra esquina del ring se encontraba la Pared Santificada de Sand, que tuvo más manos a manos atajados que superclásicos jugados. A Borja le faltaron dientes para morder cuando tuvo al gol servido en bandeja de plata del mesón del Arcángel. El pobre colombiano, con el espíritu más arriba que la Antártida, pateó como si las piernas fueran de chicle, pero Gallardo le lanzó un salvavidas de confianza: “Tranquilo, mijo, que los goleadores también lloran”.

Con una cuenta regresiva tan atareada como la de un mozo en plena hora pico, Borja se fue de la cancha con cara de “me olvidé la heladera abierta”. No obstante, si no vuelve Driussi antes de que el asado esté listo, el colombiano sabe que tendrá otra chance para convertir sus esfuerzos en goles y llenar ese vaso mediado de buenos deseos y mates eternos en el banco de suplentes. ¡Borja, no aflojés que el vaso también necesita goles!