La épica de los pasacalles en Avellaneda…

Imaginemos que los hinchas de Racing son artistas de telenovela mexicana: siempre tienen una escena dramática bajo la manga. En esta ocasión, apareció un pasacalles a lo Van Gogh en versión futbolera, gritando en letras mayúsculas “Gallardo ortiva y golpista”, colocadito a media cuadra del Monumental. Hasta Van Gogh se hubiera puesto celoso, porque este arte llevaba un mensaje que ni los grafitis de historia política tienen. Y unos metros más allá del Cilindro, otro pasacalles cual oráculo de la Academia, advertía: “Jugadores y CD, no todo es $$. Vayan por la gloria”. A lo mejor los delirios de grandeza también venden, porque hasta Maravilla Martínez no pudo resistirse a ponerle su famoso like a los carteles.

El escándalo, damas y caballeros, se desató más rápido que una carrera de Fórmula 1 cuando Maximiliano Salas decidió que quería ir al club de sus sueños en Núñez. Una travesura que cabreó hasta a los cocodrilos del zoológico de Buenos Aires. Ya en la pretemporada de Ciudad del Este, se dice en los pasillos del hotel que Maxi está más confundido que perro en cancha de bochas por el alboroto de sudar la camiseta riverplatense. Y claro, si Salas llega a pisar el pasto del Monumental, juró traer alfajores de dulce de leche para sus colegas de Racing.

Finalmente, River prefirió pausar su oferta extraordinaria hasta que las aguas del Mundial de Clubes se calmen. Hasta los hinchas de River están pensando si esto es estrategia deportiva o una fiesta sorpresa cuya organización fue nublada por un soplido del viento pampero. En fin, mientras los rebeldes pasacalles vuelan, los aficionados sueñan con tacos de fantasía y goles de media cancha.