Acuña sacude el Monumental y su tortura personal…
Damas y caballeros, el momento kármico que todo hincha de River esperaba: Acuña pateó la pelota tan fuerte que casi saca la tierra del eje. Pasaron 264 días llenos de misterio, teorías conspirativas y hasta una amenaza de rapto por deidades futboleras. ¡Pero el Huevo lo logró! En un Monumental como olla a presión, clavó el tercer gol ante Barracas y extendió la alfombra roja a cuartos.
Fue como si una vaca voladora se estrellara en el área, desviando el tiro y dejando al arquero Ledesma más confundido que burro en un balcón. El pobre hombre no sabía si atajar, llamar a su madre o escribir un libro sobre este curioso evento. El remate de Acuña fue un misil intergaláctico que encontró su hogar pegadito al palo izquierdo. ¡El Huevo hizo su magia! Su grito de gol tiene que haberse escuchado hasta en Saturno.
Marquito Acuña, dejando de lado que casi le regala el balón a Barracas cual abuela regalando caramelos, sacó pecho y finalmente pudo callar las sombras de su pasado goleador poco exitoso. Con un gesto que ni Cristiano Ronaldo en la final, abrió los brazos, miró al cielo y agradeció a todas las constelaciones galácticas. Se lo merecía. ¡Qué lindo es el fútbol cuando te sonríe así!