Contratos, galanes y cláusulas traviesas…
En una escena digna de un reality show de fútbol, Racing y River se encontraron atrapados en una telenovela por la transferencia de Maxi Salas, al estilo “El muchacho que cruzó el Puente”. Diego Milito se paró como un caballero medieval en la puerta del castillo de Avellaneda, clamorando al cielo que, en el pacto de palabra, River había prometido no volar con su dragón para llevarse a Maxi. ¡Pero claro! La tentación de tener un jugoso delantero los hizo pisotear el acuerdo con la delicadeza de un elefante en un bazar.
El panorama se pone mejor que un partido en tiempo extra, cuando Marcelo “El Muñeco” Gallardo se reivindica como una especie de Cupido moderno, hablándole al oído a jugadores ajenos. Y es que, según dicen las malas lenguas, el Muñeco tiene un imán más potente que los Hot Wheels de tu infancia. Milito, herido en su honor futbolero, asegura que jamás, pero jamás de los jamases, recurriría a tácticas tan singulares, porque en su mundo el fair play es más importante que el mate al lado de la cancha.
Este sainete de baldosas flojas entre pasillos termina con Racing preguntándose cómo puede ser que Maxi prefirió irse a River antes que a un gigante europeo. Pero la respuesta, como el fútbol, nunca está escrita donde se espera: según las predicciones del mago del barrio, el equipo que menos parecía iba a ser campeón esa temporada. ¡Y todo esto, con River y su cláusula “trato de llevármelo sin que te enteres”! Así que las risas no se hicieron esperar. Entre acusaciones y guiños cómplices, parece que la palabra de caballero no es la única en juego: ¡el honor y esa copita campeona también andan por ahí buscando justicia!