Un encuentro histórico en el Monumental…

Te juro que no voy a llorar…” dijo el abuelito sin una sola lágrima, ni siquiera de cebolla, cuando vio a su ídolo Enzo Pérez salir cual superhéroe de comic desde el vestuario del Monumental. Nuestro volante central lo miró con ojos de película romántica y, tras un abrazo más apretado que la tabla de posiciones de la Superliga, le susurró: “entre veteranos nos entendemos” mientras el abuelo fanático, en modo comercial de pañuelos de papel, asentía emocionado.

Luego Enzo sacó de la galera -o del bolsillo, quién sabe-, un regalo mágico: una camiseta de la Banda con el número 24 en grande, tan grande que podría funcionar como una sábana. “Es la mía”, dijo sonriendo, y el abuelito casi se quedó desmayado, pero de felicidad. No sabía cómo agradecer al mendocino de 39 años que parecía un joven de 20 saltando en el Superclásico y que le sostuvo la mano como si fuera una ceremonia de carnaval carioca.

Antes de irse, Enzo le dijo: “Escuché tus elogios y pensé, entre veteranos nos entendemos, ja!” Y así, como si fueran amigos de toda la vida, se despidieron picarones, demostrándonos que en River, héroes y abuelos siempre tienen lugar.