El Muñeco y su plan entre risas, goles y telenovelas…
Marcelo Gallardo vivió el empate contra Rosario Central de una manera más intensa que un fanático de telenovelas viendo el final de temporada. ¡Cómo movía la cabeza! Parecía un pinguino confundido en una fiesta de flamencos. Al finalizar el partido, se marchó hacia el túnel más rápido que un carrito de supermercado cuesta abajo, sin siquiera saludar a los hinchas que, de ser por ellos, ya habrían hecho un mural con su cara en la tribuna.
El empate le dejó un sabor amargo. Más amargo que un mate sin azúcar en julio. Gallardo recordó a la afición que, aunque el partido casi se convierte en una tragedia digna de un tango, el equipo repuntó a pesar del gol temprano de Central. “Casi lo perdemos al final” fue su forma educada de decir “vayan rezando al Santo de las remontadas imposibles”, porque los errores fueron como mosquitos en verano: ¡imposibles de evitar!
Ahora el equipo se prepara para la Copa Libertadores como si fuera un platillo de cinco tenedores: hay que cambiar el chip, ajustar los tornillos y encender los motores. Gallardo les recordó a todos que Rome no se construyó en un día (aunque si la Roma jugara contra Central, seguro lo intentaría). Los hinchas deberán tener paciencia y delirar como cuando Argentina ganó el mundial. ¡A laburar, muchachos! Este año comienza con más emoción que un partido de truco a las tres de la mañana.