River y Talleres en una novela futbolística…

En un rincón del cosmos riverplatense que lidera Marcelo Gallardo, conocido en el vecindario como ‘el Muñeco Galáctico’, aparece en letras de neón el nombre de Juan Carlos Portillo, un polifuncional al que le dicen “el Sicario”. ¡Ojo al sicario, que no vende relojes truchos en las esquinas! Portillo es el Messi de los puestos, capaz de jugar de zaguero, lateral izquierdo, mediocampista central y si le das menta granizada, hasta árbitro.

La dirigencia de River, decidida a conquistar galaxias incognoscibles, ha decidido ofertar no solo un cofre lleno de dinero (el famoso ‘tesoro del pirata de Núñez’ en un 80%), sino también la cesión de algunos jugadores menos conocidos que el perro del pueblo. Todo con tal de fichar al señor Portillo, el hombre que, dicen, puede detener el tráfico simplemente saliendo a caminar. Entre los que peligran mudarse a Córdoba están Juan ‘Girañas’ Simón y el uruguayo Sebastián Boselli, un ex de Estudiantes que ya hizo múltiples tours en el ascensor del fútbol.

Para Talleres, que es un verdadero equipo de ‘hace de todo un poco’, la llegada de Portillo fue como encontrar un trébol de cuatro hojas en una cancha de golf. Lo compraron por una suma que haría llorar de risa a más de uno: 1,5 millones de dólares. Ahora, rechazando propuestas de 4 millones de la MLS, Talleres parece ser el Bill Gates del futbol argentino. Aunque Portillo no ha anotado goles o hecho asistencias en mil años y cuatro amarillas, el mundo entero se enfoca en su capacidad de transformarse asociado a lo camuflado. Si todo sale bien, Acuña y Enzo Pérez tendrán competencia seria, y quién sabe, River podría tener al ‘Sicario’ hasta de técnico de las infantiles.