El arte de la rotación y el caos…

¡Ay, Gallardo, el arquitecto del fútbol y jefe de un partido de ajedrez en un laberinto platense! Mientras se prepara para un superclásico de altos vuelos, el entrenador de River está armando un rompecabezas al estilo “Dónde está Wally”. Con el Monumental listo para rugir muy pronto, su cerebro no descansa: ¿usar a los titulares en La Plata o guardarlos en una caja fuerte hasta después de subir al Everest futbolero en Quito? Es como elegir cuál de tus dos perritos es el favorito sin que el otro te mire con ojitos tristes.

En la zaga central, Gallardo tiene más dilemas que un novelista romántico: dar la posta al incansable Pezzella, mientras decide si deja a Martínez Quarta, quien está a una amarilla de convertise en banquero del superclásico, o da pie a Pirez, el joven promesa. Y es así, el Muñeco tiene más opciones en el ataque que un buffet libre: con Borja aspirando a ser un torbellino en el partido, el esquema se perfila entre 4-3-3 o 4-2-3-1, dependiendo si Simón convence o Nacho Fernández decide ser el nuevo mago del conjunto.

En el bosque platense, la alineación de River se acomoda cual tetris futbolero: Armani, Montiel, Pezzella, Pirez o Martínez Quarta (con más drama que una novela turca), Acuña de alas poderosas, Simón o el velociraptor Fernández, junto a Enzo Pérez y el renacido Castaño. Delante, un trío de ataque tan emocionante como un gol de último minuto: Mastantuono, Driussi o Borja y Colidio, listos para hacer de las suyas. ¡River, al estilo Gallardo, se lanza al bosque con una sonrisa, como si fuera un camping de primavera!