La odisea de River Plate en Atacama… ¡Digo, Seattle!…
En la mítica ciudad de Seattle, River Plate decidió transformar el entrenamiento en una auténtica carrera olímpica. Imaginense a Franco Mastantuono con más cámaras sobre él que un Instagramer en París, brillando como un disco de vinilo pasado de moda. Marcelo Gallardo, más motivado que un perro detrás de un camión de salchichas, aumentó la intensidad hasta hacerles sudar más que en un sauna finlandés. Santiago Simón, mimoso como un koala en su tratamiento, y Agustín Ruberto no se quedaron atrás en el desfile de medicina física, ambos en modo ‘VIP’ con sus kinesiólogos personales.
El cocktail de cumpleaños se sirvió con un clásico tortazo… ¡no!, un tortazo no, un festivo túnel de palmas calentó el ambiente en un tutti frutti de risas y gemidos. Gallardo repartió pecheras coloridas como si fuera la vieja de la tienda de dulces. ¡Ah! Y cuidado que entre los pecherosos teníamos a Constantini y el tremendo trío de Tapia, Lanzini y Kranevitter, todos listos para el casting de Gladiadores del Fútbol.
Nacho Fernández, en modo crítico culinario de MasterChef, habló sobre la jugosa oferta del Real Madrid por Franco, etiquetándola como “indigerible” para River. Y bueno, ¿cómo negarse a una cena con paella perpetrada en el Bernabéu? Mientras tanto, Gonzalo ‘Pity’ Martínez, ya soñando con una finalísima hollywoodense, soplaba las velas pidiendo más que un gol, ¡un concierto de goles en la final! Brito, que aún llora la partida de Mastantuono al merengue reino, va llorando: “Es más difícil que desmontar IKEA”.