El adiós que ni el VAR podría revisar…

En el mundo del fútbol, las despedidas siempre son complicadas, pero la que Marcelo “El Muñeco” Gallardo vivió con Rodrigo “El Peti” Aliendro fue más como una telenovela de la tarde tras perder un mundial. El crack de 34 años, que parece tener un contrato de por vida con las lágrimas de Gallardo, está a punto de cambiar el asado de Núñez por las facturas de Liniers, poniéndose la camiseta del Vélez de Guillermo Barros Schelotto. Así es, como un reality de familias cruzadas, el lío sentimental entre estos dos personajes se originó cuando el difunto padre del Muñeco entrenaba al Peti en días de chupetines y botines.

Con un guiño digno de su saga favorita, Gallardo se la jugó por el equipo, y a pesar de que le costó más que aprender inglés, terminó dejando ir a Aliendro con el mismo dolor que un hincha al que le cortan el cable en plena final de Libertadores. Claro que con otros jugadores, como el paraguayo Rojas o el chileno Tapia, la cosa fue más fácil, casi como pedir chimichurri para un lomito: “¡Gracias y buena suerte muchachos!”, dijo MG después de ganar contra Platense.

Ahora, en las tierras de Vélez, Aliendro no solo se lleva su camiseta a cuadros, sino también un manual para sobrevivir en el mundo de los pibes que le regaló Guillermo junto a grandes elogios. Mientras tanto, Gallardo sigue buscando opciones para sus remanentes en una tómbola que parece no tener fin. Las ofertas para Tapia ya están viajando a Brasil más rápido de lo que vos decís “gol”, y Rojas, bueno, anda explorando el mundo como si tuviera un pase de avión libre y sin escalas.