El Muñeco en el limbo futbolero…

Hace casi un año, Marcelo “El Muñeco” Gallardo volvió a River Plate en plan de arquitecto de sueños futboleros. ¿Pero qué pasó? Por ahora, ni copa, ni copa! Se le escaparon trofeos como si fueran barquitos de papel en una tormenta. Incluso, la Supercopa con Talleres, que solía ser su merienda favorita, dijo “chau chau adiós”. El Muñeco sigue siendo el ídolo de los hinchas, pero también está más analizado que experimento de laboratorio. Al menos, todavía deslumbra en las conferencias de prensa, y River, su frankenstein futbolístico, a veces amorfa de buena manera.

Gallardo está en un vaivén futbolero digno de un carrusel. Tomó decisiones alocadas que harían sudar a un pulpo haciendo malabares: renovó a Lanzini, pero luego lo apartó al estilo “vuelva usted mañana”. Matías Rojas vino ilusionado como un niño en una golosinería y, puf, fue prescindible fugazmente. En la cancha, un cóctel fantástico de veteranos y juveniles, aun buscando la fórmula mágica para hacerlo protagonista otra vez. Con cambios de timón más frecuentes que los de un barco pirata, El Muñeco sigue buscando ese equipo galáctico y estrellado, todo dentro de una constelación de buenas y malas decisiones.

Ahora, el gran reto: el duelo contra San Martín de Tucumán. ¡Más presión que una olla a presión! Copa Argentina es el escenario donde se espera un River menos vulnerable y más confiable. Hasta Maxi Salas está listo para ser héroe o villano, dependiendo de quién le preste la capa. El Muñeco sigue sumando personajes de historieta, como Giorgio Costantini, lanzándolo al campo como quien lanza un confeti al viento. La gente ya no toma sus cartas como dogma, y el entrenador debe despegar cual cohete hacia Marte. La incógnita sigue; ¿será esta la temporada del ascensor futbolístico definitivo?