Cuando ganar se volvió ciencia ficción…
En un universo alternativo donde las pelotas tienen vida propia y deciden jugar a las escondidas en el arco, nuestro querido Boca Juniors se ha tropezado con una racha de 11 partidos sin conocer la gloria. Imaginate, ¡once partidos! Es como si los jugadores salieran a la cancha con los cordones atados entre las piernas. La hinchada ya no sabe si aplaudir o sacar los botes salvavidas, porque esa seguidilla de empates y derrotas les hace sentir que están navegando en un océano de lágrimas boquenses.
Mientras tanto, el gallinero de River Plate, dirigidos por el gran Ramón “Pelusa” Díaz, allá por 1998 también tuvieron una laguna amnésica de 11 partidos sin ganar. Los hinchas ya creían que los muchachos estaban más perdidos que turista en microcentro un lunes por la mañana. Eran tan incapaces de encontrar la red como yo encontrando mis medias los lunes. Sin embargo, todo mal es pasajero, y tras periplos por la Copa Mercosur, el Millo salió del túnel por un gol en offside de las alineaciones planetarias.
Y si de historias de terror se trata, no podemos olvidar a Independiente en 2012, cuando el reloj se detuvo y la pelota decidió irse de vacaciones en plena temporada, dejando al Rojo con 17 partidos sin ganar. ¡17! ¡Como para pedirle matrimonio a la racha de San Lorenzo en 1976! Era tanta la mala suerte que los cuervos dejaban tréboles de cuatro hojas en el vestuario de Independiente por pena. Y mientras el Diablo de Avellaneda se rascaba la cabeza buscando explicaciones, sus hinchas soplaban escapularios y prendían velas de todos los colores para que se cortara la película de terror.