El semillero de Núñez se vuelve a quedar sin fruta…
El semillero del glorioso River Plate es como un buffet libre en una convención europea de obesos millonarios; lo devoran mucho antes de que el postre termine de enfriarse. Apenas alguien asoma la cabeza en Núñez y hace dos gambetas seguidas sin enredarse en sus propios cordones, vienen los cazatalentos de otros mundos a llevárselo a tierras de copas y euros. ¡Qué desgracia! Así se van uno por uno sin siquiera despedirse del caniche del utilero.
Ahora, le tocó a Franco Mastantuono ser arrancado del árbol de talentos locales, vendiendo su cláusula de rescisión por un valor que, si lo pones en billetes de un dólar, puedes forrar la Av. 9 de Julio desde el Obelisco hasta Retiro. ¡Una locura millonaria que al Real Madrid le pareció un vuelto! Claro, allá pagan más por las zapatillas de Bellingham que por un jugador argentino. ¡Qué pintoresco resulta el fútbol global, que compra a promesas como si estuviese en el supermercado buscando papas!
Así es como aquí, el hincha millonario deberá conformarse con recordar a Mastantuono en apenas 33 partidos en casa. Aunque claro, ¡esos costaron más del alquiler del Monumental por un año! River, como buen anfitrión, sigue pidiendo a los dioses del fútbol que estos jóvenes no se vayan tan pronto, pero sus plegarias parecen ser escuchadas solo por alguien un poco distraído con un merchandising de la Champions en el oído.