Las aventuras del tendón rotuliano…

Imaginate llegar al Monumental, listo para ver a River, y lo primero que ves en la pantalla gigante no es el partido, sino la ausencia de Maxi Meza. La tribuna quedó tan atónita como si hubieran anulado un gol a lo VAR en el último minuto. Y todo porque el muy #8 de River decidió darle otro capítulo al drama de su rodilla izquierda, justo cuando se presume cada partido como si fuera un derbi entre pinguinos y osos polares.

El pobre tendón rotuliano de Maxi debe tener más acumulación de hielo que un freezer en oferta. El drama se inició en San Martín de los Andes con la sutileza de quien se resbala en una cancha mojada. ¡Y claro! En el partido contra Instituto, el hombre tuvo que salir pidiendo más cambios que un técnico nervioso. Después de eso, lo mimaron tanto con kinesiología que la rodilla se siente casi como una estrella de reality en recuperación. Marcelo Gallardo, mientras tanto, sigue más atento que un gatito frente a un láser, esperando que vuelva bailando a la cancha pronto.

Con la Copa Libertadores y el Superclásico acercándose más rápido que un tren bala, Marcelo Gallardo se encuentra ajustando más cargas que un cargador de celulares en puerta de concierto. Todo depende de la evolución del #8, porque el calendario aprieta y, a veces, se siente como si quisieran meter seis días de partido en un día de 24 horas. Si alguna física cuántica futbolera puede arreglar una rodilla mágica en cuatro días, ese sería el desafío del cuerpo técnico de River. ¡Esperemos que Maxi tenga más vidas que un gato, al menos por un mes más!