El delantero se hace amigo de las muletas…
¡Atención simpatizantes del fútbol! Maxi Salas, el nuevo héroe de River, se volvió estrella de telenovela, pero no de las buenas. Entró caminando a la clínica con más estilo que un modelo de pasarela, pero salió con unas radiografías que lo obligan a parar. El muchacho, entre sonrisa y guiño, levantó el pulgar como si hubiera ganado la lotería del “mínimo daño”. Este soldado de la pelota tiene un esguince en el ligamento y será baja, dejándonos más preocupados que gaseosa sin gas.
Parece que la bruja del barrio malo le hizo un conjuro a Salas, porque casi le toca sufrir una lesión tan temida que al equipo le faltaban rosarios para espantarla. ¡Pero! Como en todo buen capítulo de televisión, llegó el diagnóstico esperanzador: tres semanas de mate, tele y kinesiología. River, con los dientes apretados, se resigna sin su arma secreta para los octavos de la Libertadores como si se hubiera quedado sin papel higiénico en medio de una pandemia.
El Gallardo ya sacó del ropero su plan B, que viene con más curvas que una montaña rusa: Driussi la está rompiendo en las prácticas listo para saltar a la cancha y dejar todo el pepino. Mientras tanto, Salas se sentará a ver los partidos desde la tribuna VIP de la clínica, donde cada gol es mate y galletita. Dale, Maxi, curá esa rodilla que el Monumental te espera con más deseo que un hincha sin gol.