De pibe de barrio a maestro del Súper…

En el mítico barrio de González Catán, donde los jugadores son más comunes que los asados de los domingos, el pequeño Nicolás Ramírez soñaba con ser futbolista, pero terminó dirigiendo los sueños de los demás. ¡Pobre Nico! Pasó de patear pelotas a patear códigos, estudió para profe de Educación Física y, entre tanto pique y teoría de banco de suplentes, decidió tomar el silbato y transformarse en árbitro. ¿Quién diría que terminaría vestido de negro, cual Batman del césped, dirigiendo el electrizante River-Boca?

Ramírez, con sus 38 añitos, ya es un veterano de clásicos, habiendo pitado más de uno. Es el superhéroe oculto del fútbol argentino, ¡ni Spiderman se animaría a tanto! ¡Hasta le pusieron a prueba en partidos de voltaje más alto que la corriente de un poste de luz! Y aunque el escenario del Súper suele parar el país más que un mate en una mesa familiar, él lo enfrentará con más confianza que arquero achicando en un penal.

Tal es su currículum, y entre gol y gol del pasado, Nicolás sigue trabajando en una obra social, viajando en tren como un Clark Kent antes de transformarse en Superman de los estadios. Para el River-Boca, contará con su equipo de asistentes, cual Liga de la Justicia, preparados para enfrentar las jugadas más locas de la historia del fútbol. ¡Que empiece la acción y que Nico conserve la capa de mejor árbitro del universo!