El River de Patanian y sus locas anécdotas…

¡Vaya película la que nos cuenta Matías Patanian! El vicepresidente millonario estaba en un pub de Seattle, gringos por doquier, y resulta que el lugar era más ruidoso que un estadio en un clásico. Patanian estaba ahí como uno más entre la masa, sin su batuta dirigencial. Imaginate, diciendo “con permiso, soy hincha, no VIP”, todo para ver empatar al Benfica en planeta Miami, rememorando que el cabezazo de Otamendi hizo vibrar el pub en estéreo. ¡Otamendi, que confiesa querer jugar en River, dale! Y claro, un día después River logró su triunfo en Japón antes de que los eliminen, casi como en una serie de Netflix que te deja colgado.

Pero en dirección a la política, la cosa sigue. Patanian se pone serio, pone cara de póker y lanza: “Hay cosas que pueden venir, pero no las spoileo”, mientras el resto esperamos con los pochoclos cargados. Quien sí se lleva los reflectores es Stefano Di Carlo, el profe que liderará el examen electoral en noviembre, cual gran orador de promesas futboleras. Dicen por ahí que el oficialismo está patente como barra brava junta detrás de él, como si van todos en el mismo bondi lleno hasta la cancha.

Y mientras se teje la telaraña política, Patanian suelta detalles técnicos cual comentarista experto, diciendo que este River tiene más frescura que helado frente al ventilador. Saltando de anécdota en anécdota, cita a D’Onofrio hablando del negocio Saracchi, ¡qué lío! Aunque masticando rencor porque el chico finalmente decidió embarcarse hacia el Xeneize. Patanian dice con una sonrisa forzada: “Son decisiones, ja”, mientras el destino sigue escribiendo locuras en el club, como un guion de comedia futbolera sin fin.