Un Calamar muy picante…
¡Habían visto algo igual! Un benjamín llamado Platense, con cara de ‘mírame, pero no me toques’, se fue a jugar al Monumental y terminó armando una fiesta de calamares y escamas en el mismo patio de River Plate. El equipo del siempre intranquilo, pero elegante Gallardo, terminó tirando el manual de tácticas al Río de la Plata tras ver cómo se les escapaba la victoria de las manos y se metía en el bolsillo de los visitantes.
El partido terminó 1-1, una verdadera batalla de gladiadores modernos con un final más caliente que bufanda tejida por la abuela en pleno verano. Todo comenzó con el eterno reclamo de Platense porque sabían que era su oportunidad dorada, como hormiga que encuentra un terrón de azúcar gigante. Cuando los penales llegaron, esos doce pasos se transformaron en doce saltos de alegría al ver cómo el Calamar bailaba alrededor de River.
Los calamares más afilados del barrio: Vázquez, Mainero, Zapiola, y el pez espada Schor, le dieron a su equipo el pase a las semifinales. Una vez más, la vida nos enseña que si subestimás a un calamar, te puede servir una ensalada que te deja tiritando de la emoción. River, por favor, nadá mejor la próxima vez.