Gallardo guarda a su as bajo la manga para la Libertadores…

En la casa de River, la zaga central está más desordenada que un sándwich de milanesa en mitad de la cancha. Gallardo, con su estilo de estratega al ataque, se enfrenta al dilema de transformar a dos defensores en una muralla de acero inoxidable. Después del superclásico con Boca, que dejó más agujeros que una red de mosquitero, el muñeco piensa darles otra oportunidad a Pezzella y Pirez. Y bien harían en encontrar un GPS para no perderse tanto en la cancha.

Ni cortos ni perezosos, Pezzella y Pirez, la famosa dupla que se formó en los tiempos de la prehistoria del fútbol (allá cuando los dinosaurios jugaban en la B), intentarán demostrar que el tiempo no ha pasado en vano. Salen al campo con la misión de ser más sólidos que una estatua de cemento ante un Vélez que busca probar su suerte de nuevo en el Monumental, escenario del próximo capítulo de esta telenovela futbolera, mientras el banquillo cruza los dedos y espera un desenlace digno de Hollywood.

Por otro lado, Gallardo guarda a su comodín, Paulo Díaz, más que una abuela guarda las joyas para el casamiento. Eso sí, a la espera de ese partido de Libertadores que suena a final del mundo contra el Barcelona ecuatoriano. ¡River, esta semana, a ajustar el cinturón de seguridad porque se vienen curvas y pelotas voladoras! La zaga está a prueba de balas… o al menos eso quieren creer en Núñez.