Gallardo busca un delantero a todo vapor…

River anda más perdido que Rodolfo y su tanga voladora en el universo paralelo sin goles. Marcelo Gallardo, con un cuaderno lleno de fórmulas, intenta hacer que su equipo despegue para dejar de volar bajo como una gallina con insomnio. Pero atención, porque en el fútbol, los goles no caen del cielo como un meteorito de chocolate. ¡Ah, no! Se necesitan gritos, y River se quedó más mudo que un mimo en pleno partido de ajedrez contra Monterrey.

Sin Sebastián Driussi, cuya lesión en el tobillo es más complicada que una novela de misterio escrita por un escritor con amnesia, y Franco Mastantuono en rumbo directo al Real Madrid para enseñarle a bailar flamenco a Xabi Alonso, la banda perdió más goles que una parrillada sin chorizo. Con 18 goles esfumados como billetes en época de inflación, Gallardo necesita rescatar a alguien, un héroe de la cancha.

Entra Maxi Salas, el hombre de Racing que corre como si dos perros de ataque lo persiguieran en un campo celeste. Con apenas tres goles pero tantas asistencias que parece un maestro de orquesta, este correntino puede ser la poción mágica que le haga falta al River. Y mientras Racing hace un operativo digno de una telenovela para retenerlo, Gallardo prepara el mejor mate del universo esperando que Salas lo vuelva una leyenda, al estilo Pratto en 2018. Porque, seamos sinceros, si Racing lo convence de quedarse, sería más raro que ver un unicornio en el Monumental comiendo pochoclo con dulce de leche. ¡Vamos, Salas, que este River lo necesita como el pan caliente en Navidad!