Gallardo y su equipo atrapados en un bucle futbolero…
¿Escucharon ese cuento del equipo de fútbol que estaba atrapado en un laberinto sin salida, como si fuera un ratón buscando queso? Bueno, eso es el River de Gallardo ahora. Empezaron el año con la valentía de un león rugiendo en la selva peruana en la Libertadores, pero después parece que se les acabó la batería y el rugido se volvió estornudo. Hay Copas para dar y regalar este año, pero el equipo del Muñeco parece estar secuestrado en la eterna espera de un aeropuerto, como Tom Hanks en “La Terminal”.
El hincha del CARP está más perdido que un pulpo en un garaje, pero las esperanzas futbolísticas siguen llevando el nombre de chicos que apenas pudieron dejar la secundaria, como Mastantuono y Subiabre. Imagínense esta historia: Gallardo junta a sus jugadores y revisan cómo salir de este embrollo, mientras los chicos juegan con ilusiones de grandeza, como si fueran héroes de historieta llenos de tazos coleccionables.
Mientras tanto, el Muñeco se desafía a sí mismo para encontrar la fórmula mágica que volvía a River imparable. Porque, aquí entre nos, ni la banda roja le queda bien a este equipo que a veces juega como si estuviera en pijama. El desafío de Gallardo será subir las exigencias como si pusiera a su equipo a escalar el Aconcagua descalzos, para que el estilo River vuelva a ser tan reconocible como un tango en el Luna Park. ¡A levantar el ánimo, River! Que esto apenas comienza y todavía hay muchos goles por gritar.