Gallardo y su ejército galáctico…

En la épica de los botines Riverplatenses, el Muñeco Gallardo afila la estrategia como un chef de sushi con prisa. El CARP, que suena como una banda de reggae pero es más como una parrilla bien caliente, llega con el pecho inflado, líder del Grupo B como un gallo enojado en pleno amanecer. Los millonarios se la juegan con todo, prometiendo que los ecuatorianos de Independiente del Valle no verán la pelota más que el gato de Schrödinger.

Gallardo pone en juego a su equipo de superhéroes tan poderosos que harían llorar a Thanos. Después de vencer a Boca en un superclásico donde las papas literalmente volaron por el aire, aplastaron a los equipos de Vélez y Barracas con galletitas de la suerte. Los espectadores dicen que el Monumental vibra como si los Rolling Stones estuvieran de gira, pero tranquilo, son solo los goles de River retumbando hasta Marte.

Con tres puntos de ventaja, River tiene una cita amorosa con el destino y la justicia poética bajo el manto de estrellas del escenario celestial del Más Monumental. A la espera de los goles, los hinchas rezan al Dios del Fútbol que los lleve directo al Olimpo de los Octavos de Final, prometiendo escribir cánticos más pegajosos que la canción del verano.