La fiesta millonaria inunda el Kempes…

Parecía una carrera de galgos por ese último hueso en la perrera, pero en lugar de escamas y ladridos, el lugar retumbó con la pasión millonaria. Cual si el gallinero del Monumental hubiese estallado y sus plumajes rojos y blancos infestaran el Kempes, los hinchas de River lograron algo tan épico como sacar hidrógeno del agua: copar la mitad del estadio sin despeinarse. Al grito de ¡Ooooh, vamos River pleeeeii!, la hinchada ya se calienta en modo sandwichera en un estadio chapoteante de aura ganadora.

En un operativo que parece una cita a ciegas entre Rambo y el Inspector Gadget, se desplegarán más agentes que en una película de acción clase B. ¡Todo para recibir a los millonarios del alma, que, como esos pingüinos locos de Madagascar, se vienen desde todos los rincones! Con un acento más cordobés que un fernet con cola, la hermandad millonaria se enfunda en la piel rojiblanca, dejando el Kempes tan atiborrado de banderas que parecerá un desfile de moda entre trapitos.

Y mientras las boleterías sacan ticket tras ticket como si fueran empanadas en una feria, las arcas de Instituto suenan a música celestial: 500 millones de pesos, el equivalente a comprar un unicornio o llenar la biblioteca del Congreso de chorizos cordobeses de por vida. Por el fútbol y por los pesos, el Kempes rugirá. ¡Se viene el festival de goles y pasion continental!