El Monumental, escenarios y un juicio futbolero….

¡Agarrate, Catalina! Resulta que nuestro querido River Plate, en un giro digno de una novela de intriga, tuvo que abrir la billetera más grande que tiene el Monumental para saldar una deuda que parecía fósil. Once años después de la gestión de Passarella, River, ahora bajo la batuta del gran Jorge Brito, pagó una suma tan grande que podría impresionar hasta al mismísimo Scrooge McDuck; nada menos que 2.347.671,23 dólares… ¡y aún falta el IVA! La raíz del rollo: unos recitales que se prometieron pero nunca se hicieron. ¡Ay, si las paredes del estadio hablaran!

Todo este melodrama de alta tensión arrancó allá por el 2014, como si fuera el tráiler de una película de acción en cámara lenta. La empresa T4F Entretenimientos se quedó con las ganas de colgar guitarras y micrófonos en el Monumental y, ¡zas!, los papeles volaron por los tribunales. Dicen las crónicas del CARP que en vez de conciertos hubo silencio, como aquel que cae después de que un gol es anulado. ¿Quién diría que los que iban a rockear terminarían llevándose un botín sin tocar un solo acorde?

Y mientras tanto, en el club, hasta los postes de la luz están haciendo cuentas para pagar honorarios y costas cuando el juez les pase la factura, redondeada por el honorable IVA. ¡Ojo con el fisco que nunca se distrae! Como en toda telenovela, aún queda tela por cortar, pero esperemos que el hincha solo tenga que preocuparse por gritar goles y no por las acrobacias financieras. ¡Ah, los caminos del fútbol siempre tienen sorpresas, como esa pelota que revota en el travesaño y cae del lado que no esperabas!