El show de la tarjeta perdida…
Y así fue como Yael Falcón Pérez, convertido en el Houdini del arbitraje, decidió unirse al circo con una mágica desaparición de tarjetas amarillas. ¡Cuidado, Platense! Que cuando parecía que el mar estaba calmado, llegó el tiburón del silbato a dejar todo patas arriba. En el primer tiempo, los tiros libres eran regalitos de Navidad anticipados para River, mientras Platense miraba incrédulo desde el pesebre.
Las travesuras continuaron cuando nuestro querido Yael sacó su bola de cristal y decidió que un brazo inocente era motivo para un tiro libre lleno de peligro. “¡Aléjate, Picco, mago de las infracciones sin querer!”, gritó desde su linterna mágica. Pero eso no fue todo; al final, Acuña, etéreo como un fantasma, ni rastro de la tarjeta que debía haberlo espantado del juego. ¡Oh capitán, mi capitán, que ha quedado en el campo como si nada!
Finalmente, el árbitro repartió minutos extra como quien lanza caramelos en Carnaval. Pero al chocar el auto de los sueños, Falcón Pérez se olvidó de cambiar el aceite de su criterio y dejó el motor en el suelo. Y allí, junto con el desconcierto general, se escuchó: “¡Definí esto, que me quiero ir ya!”, mientras se deslizaba al túnel con la gracia de un delfín en un parque acuático. Señoras y señores, el partido ya es historia, pero ¡qué historia ha sido!